Yamaha RX-V2065 (1189 euros)

[Juanca80s 1]

[b]Fuente:[/b] Revista CEC (N° 76)

[img]http://www.revistacec.com/articles/ima_banc/76bp_011.jpg[/img]
[img]http://www.revistacec.com/articles/ima_banc/76bp_012.jpg[/img]

El hecho de que un fabricante del nivel y popularidad de Yamaha saque una nueva gama de receptores audiovisuales es noticia, y qué mejor forma de ilustrar dicha noticia que con una prueba a fondo del ejemplar más notable de esa nueva colección: les presento el nuevo RX-V2065, el más alto de esta nueva gama “65” y un aparato que trae algunas importantes novedades dentro de la familia de receptores y amplificadores Yamaha, como enseguida veremos. Lo más destacado es un nuevo menú en pantalla y un nuevo display en el propio aparato: nada más conectarlo... ¡sorpresa! Adiós a aquellos finos caracteres en naranja y bienvenida a unas nuevas, grandes y muy visibles letras y números en blanco, que además cuando regulemos el volumen mostrarán en grande ese nivel y ya no nos obligarán a forzar la vista como antes para saber dónde estamos. Habrá quien eche de menos la pantalla anterior (ahora es más impersonal), pero aunque sólo sea por lo del volumen a mí no me cuenten entre ellos. Pero no nos adelantemos.

[b]DESCRIPCIÓN[/b]

A pesar de pertenecer a la gama media del fabricante -si bien es el mejor representante de ésta actualmente- la construcción del 2065 no tiene nada que envidiar, por ejemplo, a la de su hermano mayor Z7. En realidad, su interior me pareció incluso más ordenado y las placas, cableado, etcétera, mejor dispuestos que en aquél. La parte derecha delantera está dominada por el gran transformador de alimentación principal (la sección de control tiene una fuente de alimentación conmutada en la zona trasera), cuyo peso puede desequilibrarnos un poco al mover el equipo si no estamos precavidos. Es evidente que es una alimentación sobrada y que los 450W declarados como consumo máximo en la trasera del aparato podrán ser muchos más, en torno al kW, cuando le estemos exigiendo potencia por todos los canales. Aunque como suele suceder en productos que no son de gama muy alta las matemáticas no cuadran y los 130W declarados por canal nunca estarán ahí, por lo menos no en todos los canales al tiempo (7x130 son 910W, así que más bien dispondremos de la mitad de esa cifra). En cualquier caso, la reserva de potencia del transformador es buena, y la de energía del filtrado primario también, gracias a dos grandes condensadores de 12.000 microfaradios a 71V. Las parejas de transistores de salida de las siete etapas de potencia están unidas a un disipador que corre desde ese transformador hasta el lado izquierdo, justo detrás del panel frontal, y la refrigeración es por pura convección, ya que no hay ningún ventilador, aunque lo cierto es que nunca apreciamos que estuviera muy caliente el aparato.

En cuanto a la electrónica digital, destaca un gran circuito integrado de procesado de audio con el estampado Cinema DSP que delata su origen específico para Yamaha, y en lo demás notaremos que estamos ante un receptor de gama media. La conversión a digital de aquellas señales analógicas entrantes corre por cuenta de un ADC Burr Brown algo antiguo (el PCM1803 de 24 bit/96kHz), y de la posterior conversión digital-analógica se encarga un DAC multicanal del mismo fabricante (el PCM1680, de hasta 24bit y 192 kHz), una solución menos óptima que usar un DAC por canal, o por cada pareja, pero que es la habitual en receptores que no sean de gama alta. El vídeo lo procesa un chip de la ya familiar Anchor Bay, aunque el menos avanzado de la gama ABT1012. Como decimos, todo está enfocado más a la funcionalidad y buen precio que a pretender deslumbrar con los ultimísimos avances.

Me gustó mucho la conectividad ofrecida, no sólo por esos cinco HDMI de entrada (uno frontal) y dos de salida, sino porque por fin tenemos una cantidad razonable y no exagerada de entradas analógicas (que cada vez usa menos gente y que atiborran la trasera de muchos receptores de forma inútil). El acabado exterior es excelente, digno de una gama superior, y nos viene un completo mando a distancia junto con el ya habitual mando simplificado de Yamaha que, francamente, al final es con el que hacemos prácticamente todo, olvidándonos del otro salvo que aprovechemos sus posibilidades de programación para controlar otros equipos. Ninguno está iluminado, un punto negativo.

Por otra parte, tenemos la opción de conectarlo a nuestra red doméstica (con cable) o usar el USB frontal, pero esto sólo funciona con archivos de audio (y no todos). Esperemos que un nuevo firmware permita acceder a más tipos de archivo. Usando los accesorios opcionales, tendremos un dock para iPod o incluso conectividad Bluetooth.

[b]PRUEBA[/b]

Ya hemos comentado la novedad de la pantalla, muy bienvenida, y otra sorpresa nos esperaba al conectar el receptor al visualizador: el menú gráfico también es totalmente nuevo, y aquí mi satisfacción no es igual. El anterior menú era prácticamente perfecto, y otros lo han imitado (¿existe mejor elogio?), y tenía ganas de ver cómo lo mejoraban. Pero no ha sido mejorado: el nuevo sólo ofrece una ventaja, y es que es más sencillo navegar entre distintas fuentes (y podemos darles un icono y nombre apropiado), pero para todo lo que tiene que ver con configuraciones, acceso a nivel de cajas (ya sabemos lo importante que es poder acceder por lo menos al del subwoofer de forma directa), etcétera, ahora hay que profundizar mucho y hacer numerosos clics hasta conseguirlo. Justo lo que la lección primera de usabilidad dice que no debe hacerse. Por lo menos, podían haber dejado un acceso directo a los niveles de las cajas en el mando grande, pero tampoco. También hemos perdido en posibilidades de ecualización: ahora deberemos elegir qué modo queremos (ecualizar a plano o lineal, a las cajas frontales o su natural) antes de pasar el YPAO (habrá que volver a hacerlo si queremos probar otro) y no accedemos ni podemos retocar con total libertad la ecualización generada con ello. Otra última crítica a este menú: al activarlo perdemos (bruscamente) la visión de lo que estuviéramos viendo (no se superpone), interrumpiendo también el audio unos segundos.

Pese a estar un escalón por debajo de los RX-V3900 o Z7 (y muy por debajo en precio), basta echar un vistazo a las prestaciones de estos tres aparatos en la propia página web de Yamaha (es muy fácil hacer tablas comparativas porque la propia web tiene una herramienta para ello) para darnos cuenta de que, sobre el papel, este RX-V2065 puede estar muy cerca de sus hermanos mayores (que le duplican en precio).

Después de andar probando las diferentes configuraciones posibles de ecualización y modificando parámetros en el tamaño de cajas, buscando la mejor integración del subwoofer, llegué a una puesta a punto muy satisfactoria usando el modo natural (el recomendado por Yamaha y usado por defecto, que da una suave caída en agudos). Usando cajas principales grandes era mejor cortar sólo las otras (monitores) a 80 Hz, y utilizando monitores también como principales me gustó más cortándolas también (hubiera preferido poder hacerlo a otra frecuencia más baja, pero sólo nos deja elegir una para todas las pequeñas). De esta forma, es decir, aprovechando sus posibilidades de procesado incluso con música estéreo, el resultado fue muy bueno. Pasar a pure direct (que elimina la ecualización y el redireccionamiento de graves) no daba tan buen resultado con las cajas que lo probé (monitores económicos de Tannoy, los excelentes monitores Merlin y las grandes B&W 802D), ofreciendo un sonido menos tridimensional y con frecuencias medio-altas menos agradables, pero pasando el modo straight (que sí usa ecualización) la cosa era mucho mejor.

Así que, aunque sobre el papel el RX-V2065 estaría muy próximo al fantástico Z7, a la hora de la verdad sólo se le acerca cuando aprovechamos su capacidad de procesado. Pero esto debe ser una buena noticia pues, en mi opinión, quien elija un amplificador o receptor Yamaha debe tener claro que está apostando precisamente por un aparato con gran potencial en ese sentido y no tanto en cuanto a pureza de amplificación sin más.

Y es que, aprovechando sus modos, es cuando disfrutamos de este -y diría cualquier otro- AV de Yamaha. Soy partidario de los más sutiles, que llega un punto que parecen no estar haciendo nada, hasta que uno los desconecta y empieza a echar de menos la mayor amplitud, el sonido más envolvente o algunos efectos más notables que en modo de decodificación directa. Una película tan tremenda como Transformers 2, por ejemplo, ya nos hace evidente ese efecto desde los primeros minutos, y la escena del alud de nieve con los Yeti de La Momia 3 deja claro que este receptor sabe cómo sumergirnos en la acción.

Como todos los receptores o procesadores de Yamaha, este RX-V2065 trae una considerable colección de campos sonoros simulados, dedicados tanto a la reproducción de música como de películas. Aparatos de otras marcas suelen ofrecer este tipo de modos también. No obstante, salvo raras excepciones, no pasan de ser una curiosidad que uno experimenta por la novedad, pero siente la imperiosa necesidad de quitar a los pocos segundos, y aguantarlo más de un minuto es un ejercicio de masoquismo acústico. Los DSP de Yamaha están bastante mejor trabajados, y con ciertos tipos de música es verdad que pueden encajar bien: un escenario amplio ayudará a discos vocales con mucho procesado en producción (por ejemplo, Celine Dion), mientras la simulación del ambiente de un club de jazz puede darnos una nueva visión acústica de nuestros tríos favoritos (pongamos Oscar Peterson, en este caso). Sin embargo, les confieso que no sería capaz de escuchar un disco entero de esta forma, tal vez estoy demasiado acostumbrado al sonido puro.

[b]CONCLUSIÓN[/b]

Cuando uno lleva varios días disfrutando de películas gracias a este aparato, y recapitula acerca de las excelentes opciones de conectividad que ofrece, y su competitivo precio, no hay otra conclusión posible: estamos delante de un receptor muy recomendable, que hará felices al 99 por ciento de potenciales usuarios, podrá integrarse perfectamente en cualquier entorno doméstico y nos dará todo esto por un precio de auténtica compra maestra.

[b]NOS GUSTA[/b]

- Muy buen rendimiento para películas gracias a sus DSP.
- Conectividad muy completa.
- Pantalla frontal perfectamente legible.
- Precio competitivo dadas sus prestaciones globales.

[b]MEJORABLE[/b]

- Mayores posibilidades de reproducción multimedia.
- Echamos de menos el anterior menú gráfico.
- El menú gráfico debería poderse sobreponer a la imagen que estemos viendo.

[color="#FF0000"][b]LOS EFECTOS FRONTALES YAMAHA DE “PRESENCIA”[/b][/color]
Corría el año 1996, cuando tuve mi primer amplificador de cine en casa serio, el entonces mítico DSP-A2070 (es curioso que el modelo probado esté cerca de esa cifra: 2065), un aparato que no tenía entradas digitales, ni por supuesto otro procesado de señal que el Dolby Prologic dedicado a fuentes estéreo (que eran las únicas disponibles), además de los modos DSP propios de la marca. Pero ya entonces, Yamaha nos proponía usar dos altavoces frontales de efectos además de los por entonces normales principales, central y traseros surround. Esa idea de reforzar el sonido que nos venía de la delantera de nuestro equipo de cine en casa ha sido una constante en todos estos años por parte de todos los productos de gama media o alta de Yamaha, y parece que las demás marcas le han dado unánimemente la razón al fabricante japonés, ya que como hemos visto en los últimos Laboratorios de la revista precisamente por delante es por donde nos están llegando las novedades en modos de sonido para cine. Primero fue el Dolby Prologic IIz, que propone dos altavoces frontales adicionales situados en alto (¿les suena? Exactamente como los de presencia de Yamaha) y luego el Audyssey DSX, que además de recomendar su propia pareja de altavoces frontales de altura (prácticamente idéntica función a los del Prologic “Z” y, por supuesto, como Yamaha viene defendiendo desde hace más de una década y media), añade dos frontales en posición más abierta que los principales (les llama altavoces de efecto de anchura). Una de las posibilidades que ofrecen estos altavoces adicionales, además de permitirnos acceder a los modos de sonido Cinema 3D del aparato, es poder regular la altura desde la que percibimos los diálogos en las películas. Esto es eficaz sin resultar antinatural y en algunas instalaciones con la pantalla algo alta puede ser el toque perfecto que nos faltaba. Eso sí, ya les aviso que colgar una pareja adicional de altavoces en la pared frontal no es algo fácilmente negociable con quien manda en casa (ni lo era en 1996 tampoco).

[b]FICHA TÉCNICA[/b]

POTENCIA MÁXIMA DE SALIDA 130W por canal con los 7 canales en marcha sobre altavoces de 8 ohm (con menos de 0’08% de THD entre 20Hz y 20kHz), o 180W máximos por canal sobre 4 ohmios (con menos de 0’7% de THD a 1kHz). DAMPING FACTOR (a 8ohm) superior a 100 de 20Hz a 20kHz. CONSUMO ELÉCTRICO MÁXIMO DECLARADO 450W. CONSUMO EN STANDBY 0’2W (10W con el HDMI bypass activado). RELACIÓN SEÑAL/RUIDO 100dB. RESPUESTA EN FRECUENCIA 10Hz a 100kHz (+0, -3dB). SENSIBILIDAD E IMPEDANCIA DE ENTRADA (LÍNEA) 200mV y 47 kOhm. SALIDA DE LÍNEA (PRE-OUT) para hasta 7 canales más 2 salidas de subwoofer. CONECTIVIDAD 5 entradas (una frontal) y 2 salidas HDMI 1.3a; 4 entradas de audio digitales (2 ópticas y 2 coaxiales) y 1 salida (óptica); 6 entradas de audio analógico estéreo de las que 4 (frontal incluida) ofrecen entradas de vídeo; salidas de vídeo analógico compuesto y por componentes, capacidad de conversión a HDMI hasta 1080p desde modos analógicos. Entrada frontal USB para archivos de audio. Entrada trasera para dock iPod o Bluetooth. Conectividad en red Ethernet. Entrada analógica multicanal 7.1. Salidas de línea (audio) seleccionable para hasta 2 Zonas independientes. Salidas de cable o banana 4mm para altavoces principales (L,R, central), de efectos posteriores (R,L y traseros) y de efectos frontales de presencia (R y L). DIMENSIONES 435 x 171 x 365 mm. PESO 12,4 kg. DISTRIBUYE Gaplasa (917482960).