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¿Qué es un buen sonido (o qué es el Hi-Fi)?


Godo_1961

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Les comparto una meditación sobre el audio a la que he llegado a mis 60 años, luego de mucho tiempo dedicado a estudiar de manera objetiva qué hay tras el audio de Alta Fidelidad.

 

¿Qué es un buen sonido? Mucho se habla de la Alta Fidelidad y el sonido de alta fidelidad, pero estrictamente no existe una definición técnica para ello. Se dice (a grandes rasgos) que la alta fidelidad es el sonido que reproduce a otro de manera fiel. Pero ¿cómo determinar qué tan fiel es aquello que escuchamos? ¿Cómo evaluar? ¿Cómo se puede saber cómo “debería” sonar una determinada melodía cuando la escuchamos en un equipo de audio? He ahí la gran piedra de tope con respecto al audio de alta fidelidad. Si no podemos directamente escuchar a la fuente en su situación original (simplemente porque no estábamos en el lugar), ni tampoco podemos registrarla de manera absolutamente fiel, para eventualmente hacer una comparación con una (otra) reproducción, nos quedamos sin la referencia necesaria para simplemente poder hacer una comparación. Luego está el hecho de que la memoria auditiva es de muy corto plazo (unos pocos segundos), lo que complica cualquier comparación, y está el otro hecho de que nuestra apreciación de la calidad del sonido varía con el volumen, por lo que cualquier comparación debe ser hecha al mismo volumen para obtener un resultado objetivo.

Por lo anterior, aunque pudiéramos escuchar a la fuente original (algo que de por sí rara vez es posible), resulta ser casi un imposible técnico simplemente poder compararla con distinto equipos, pues el proceso de comparar mismo tiene muy grandes complejidades técnicas ya que se requiere un proceso de prueba doblemente ciega y rigurosamente al mismo volumen, la que en sí es difícil de llevar a cabo de manera técnicamente correcta y por ello, de manera fiable y objetiva en sus resultados.

 

Por otro lado, el audio que escuchamos es el resultado de una larga cadena de elementos, y todo en ella incide en el resultado. Son tantos los elementos en juego, que es (también) casi imposible determinar el papel de cada uno, considerando que cada elemento influye en el resultado. En otras palabras, se trata de mucho más que la fuente final a la que podemos acceder (vinilo, CD, cassette, cinta de carrete abierto, Spotify, Tidal, etc..), el reproductor de la fuente, los parlantes y el amplificador; pues también importa mucho el lugar de la grabación original, el equipo empleado, la disposición de micrófonos y su ubicación, la acústica del lugar de registro, la manera en que todo fue mezclado, los monitores que fueron empleados para evaluar y validar la mezcla final, la acústica de la sala de mezcla, el arte y gusto de quién hizo la mezcla, y luego la calidad y manera en que fue registrada en la fuente “final” a la que podemos acceder. La música que podemos escuchar tiene una enorme variabilidad y calidad de sonido al comparar las fuentes que tenemos disponibles. Evidentemente escuchar un CD cuyo original fue un MP3, no puede entregar un sonido de la calidad asociada al medio final. Hoy en día con tanta digitalización, no podemos estar seguros de nada en realidad, todo puede ser alterado o falseado.

Más encima, sobre todo lo anterior, está el factor “habitación” que es el lugar dónde escuchamos lo que reproducimos para nuestra escucha, cuya forma, tamaño, materiales interiores, disposición de muebles e incluso nuestra propia presencia, tienen un impacto en el resultado que es muy determinante. Incluso más que toda la cadena previa. La habitación además responde dependiendo de la música que escuchamos y de su intensidad, pues sus ecos y resonancias propias, cambiarán dependiendo de las frecuencias e intensidades excitantes, que dependen totalmente de la melodía que escuchamos en un momento dado y de su volumen. Un factor adicional que influye en los ecos internos es la directividad de los parlantes, un aspecto poco evaluado normalmente.

Y finalmente, está el gusto personal, es decir, la música que se escucha, que dependiendo del tipo que se trata, posee una cierta tonalidad típica, con un acento en ciertas frecuencias sobre otras, con distintos rangos dinámicos, con distintos espectros (es decir, con más o menos instrumentos sonando al mismo tiempo, distintos instrumentos, todo ello con distintas intensidades). Las diferencias en las preferencias musicales pueden llevar a que una cierta música en una cierta habitación puede sonar “bien” con un equipo y disposición de parlantes, y otra música no.

 

La conclusión a la que obligadamente debe llegarse es que en Hi-Fi y en audio en general la situación personal de cada uno juega un papel relevante, pues las variables son incontables, aunque existe pleno acuerdo de que los parlantes son un elemento muy importante, y aquellos que entregan una respuesta plana, que no poseen resonancias internas y que a la vez poseen una buena directividad, son los que entregan el sonido de mayor preferencia (ello a partir de pruebas en condiciones acústicas adecuadas). Pero estos parlantes perfectos no existen, hay algunos que se acercan a estas características, los que no necesariamente son los de mayor costo. Así, llegamos a que el audio es marcadamente un tema dependiente de cada persona, ya que depende mucho de dónde se escucha, qué se escucha, a qué volumen se escucha y los gustos personales en cuanto a la tonalidad.

Es más, algo que puede sonar bien para una persona, puede sonar mal para otra simplemente como consecuencia de los gustos personales.

 

Por otro lado, la idea de que “más caro es mejor” no es necesariamente una creencia que sea enteramente válida ya que entra a jugar el factor de los rendimientos decrecientes, una limitación esencialmente tecno-económica que se da en todos los sistemas, en los que el costo adicional de la tecnología de mejora se puede duplicar, para entregar un beneficio objetivo marginal en retorno. Muchas de las mejoras, en la realidad personal puede simplemente no ser apreciables o ser no significativas.

Luego está el hecho de que mucho del costo adicional de algunos sistemas es por estética, terminación y el uso de materiales sofisticados, aspectos que no se traducen directamente en una mejor funcionalidad acústica. Hoy en día se pone más énfasis en la estética que en la acústica, principalmente por razones de marketing. Muchos parlantes, incluso muchos de aquellos que valen grandes sumas, internamente poseen materiales económicos en sus crossovers, en sus conexiones y el diseño interior no es acústicamente el mejor, simplemente porque todo ello está oculto. Aunque en muchos casos, tampoco el concepto exterior es acústicamente el mejor. Todo sea por la estética.

Este juego de apariencias se extiende a todos los ámbitos del audio, quedando el desempeño muy de lado. Las opiniones subjetivas que se encuentran en internet tampoco ayudan. Estamos llenas de ellas, mucha palabra vacía.

Muchos sistemas muy costosos comprobadamente tienen un pobre desempeño (hablando incluso en términos absolutos, ya no solo en términos relativos). En muchos casos, sistemas que valen 1/20 de otro, tienen desempeños acústicos similares a los más costosos.

Probablemente en la mayoría de los casos, lo adecuado es aquello que se encuentra en el rango medio e incluso puede estar en el nivel de entrada, eso depende de la realidad específica de cada persona. Si uno está satisfecho con lo que tiene y cómo “suena”, simplemente lo que se tiene “está bien”. Nadie tiene la capacidad de decir que lo que se tiene no suena bien. Es totalmente un tema de gustos. Ahora, si uno no está satisfecho, no debe engañarse sobre esperar mejoras apreciables cambiando componentes, si lo que ya se tiene es de nivel medio (incluso de nivel de entrada). Muchas veces estos sistemas tildados de económicos, o de entrada, son los adecuados para el caso personal dadas todas las variables en juego.

Como audiófilo, se debe evitar perseguir espejismos, que es lo que en la mayoría de los casos ocurre buscando un mejor desempeño acústico en el equipo, cuando muchas veces los problemas en realidad están en la habitación y en las preferencias, pues el volumen de escucha y la distancia a la que se escucha juegan también un papel relevante.

Cuando se trata de mejorar el equipo, pesa mucho aquello que se ha denominado psicoacústica, que es cuando se idealizan los supuestos beneficios, cuando se aprecian diferencias que están más en la mente que en lo objetivo. Y como no se pueden hacer comparaciones objetivas, lo normal es convencerse de que lo nuevo suena mejor, simplemente porque “debe ser así” ya que lo nuevo “es mejor” (simplemente por ser más costoso). Pero en la realidad objetiva ¿es ello efectivo? Lo cierto es que normalmente no. Ello ya se ha demostrado. Tampoco podemos determinar cuánto mejor. De haber mejoras objetivas, ello puede que en realidad no sea perceptible en una prueba doblemente ciega. El conocido Floyd Tool aborda este tema en profundidad en sus libros sobre acústica, y ha demostrado de manera contundente que la mayoría de los humanos escucha más con la mente, el bolsillo y la vista que con los oídos.

Ciertamente hay mucho paño que cortar en este tema, pero una cosa es cierta, mucho del “High-end audio” es más un mito construido por los propios audiófilos, la internet y la psicoacústica, que una realidad objetiva. Se ha caído en confundir “lujo” con calidad, algo que hasta cierto punto pudo ser cierto hace 40 o más años, pero hoy se trata simplemente de aspectos suntuarios que son de mayor costo, pero (casi) nulos funcionalmente.

La industria del audio ha evitado por décadas las pruebas objetivas, por un lado por ser costosas, y por otro, porque ello es malo para el marketing, pues ello implica exponer las falencias y limitaciones técnicas de sus productos, eliminando de un plumazo todo lo asociado a la estética y los materiales como elementos de marketing. Hoy en día, con el sistema desarrollado por Klipplel es posible hacer estas comparaciones, y un par de youtubers lo tiene, y lo usan, pero este equipo es costoso y la mayoría de los youtubers siguen opinando sobre equipos de manera subjetiva, no siendo objetivos, algo que en lo personal espero que cambie.

En mi caso personal, tengo cuatro Wharfedale Diamond 220, unos bookshelf pequeños, con sus propias limitaciones en los bajos dados su tamaño. No puedo pedirles mucho, no se comparan con parlantes más grande en cuanto a bajos, pero, sí se pueden comparar bien en el rango medio y alto. Y dejando de lado el rango bajo 150 Hz, se comparan bien con muchos parlantes teóricamente mejores en base al marketing, y ello en base a su Spinorama, es decir, sus curvas de respuesta de frecuencia y directividad. Incluso son tan buenos como los 12.1 (mejores en realidad), la última edición de este tipo de parlantes por Wharfedale. Hoy los acompaño con un sub woofer SVS SB-2000 PRO, y el resultado final es más que satisfactorio. Una mezcla que cubre todo el espectro de manera muy razonable, entregando bajos profundos que se sienten. Nada sobra, nada falta. Y sobre definición, ello es ciertamente (todavía) un tema muy subjetivo. Tengo cuatro unidades porque estos parlantes son de 4 ohm, y los conecto en serie para tener 8 ohm, la impedancia que maneja mi receiver (un Technics SA AX-540 de 50 W/canal). Además, con cuatro parlantes gano 3 dB en sensibilidad. Escucho en modalidad near-field. No puedo pedir mucho más ciertamente, ello en lo que a mí toca y lo que espero escuchar.

Por un largo tiempo me he debatido entre si debo cambiar los Diamond 220 o no, pero una y otra vez concluyo que, dados mis gustos musicales, el volumen al que escucho (normalmente no muy alto), mi habitación, su posible disposición y los elementos que necesariamente estarán en su interior (es mi oficina de trabajo), no obtendré mucho mejores resultados con parlantes supuestamente mejores en el rango que necesito cubrir, que no hay muchos ciertamente. Como ya dije, los bajos de estos posibles otros parlantes no son importantes, tampoco su comportamiento a alto volumen. Con ello, la lista de opciones equivalentes en tamaño que están justificadas, se reduce mucho, una enormidad realmente, ya que las comparaciones van desde los 150-200 Hz para arriba, un área en que los Diamond 220 se desempeñan bastante bien y algunos de sus defectos se pueden corregir con ecualización paramétrica. Si mi oficina cambia de lugar, podría ser necesario considerar cambiar estos parlantes bookshelf, pero lo veo difícil, tendría que ser un espacio enorme, y aun así, como normalmente escucho en modo near-field, el tamaño de la habitación no tiene mayor influencia.    

 

Con esta larga introducción espero invitar a otros a meditar sobre esa casi enfermiza necesidad de “cambiar” lo que se tiene. Ahora, desde principios del 2020, ya están disponibles muchas pruebas objetivas sobre muchos parlantes, audífonos, DACS y equipos de amplificación. Ya no es necesario seguir tendencias, ni a las opiniones (cada realidad es diferente), hay suficiente información objetiva como para elegir un sistema sin probar mayormente, sabiendo más o menos qué esperar, y a la vez también sabiendo qué uno “se puede estar perdiendo” si opta por una u otra opción. Lo que ellas muestran en general es que, cuando se trata del ámbito hogareño promedio, y la calidad del sonido, no hay equipos que hagan una diferencia apreciable (dejando de lado los muy accesibles), especialmente cuando hablamos de escuchar música por largo rato a volumen moderado (65-70 db). Y siempre estará presente el factor de la habitación…

Finalmente hay que reconocer que siempre habrá algunos de oído muy fino, pero son los menos (¿es eso bueno o malo?).

Al final todo esto de la audiofilia tiene mucho de psicoacústica. Algo que ciertamente viene desde hace unas cinco décadas.

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Entiendo el punto de vista del análisis de lo que "suena bien" pero este hobby tiene solo un pequeño % de eso. Hay mucho de tocar, mirar ivestigar cosas nuevas.  Solo un ejemplo más simple: Nadie (o casi nadie) compra un reloj para ver la hora. Hay montones de otras consideraciones estéticas, de gusto, etc... lo mismo para el audio. (en mi modeste opinión)

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Hoy en día, con el sistema desarrollado por Klipplel es posible hacer estas comparaciones, y un par de youtubers lo tiene, y lo usan, pero este equipo es costoso y la mayoría de los youtubers siguen opinando sobre equipos de manera subjetiva, no siendo objetivos, algo que en lo personal espero que cambie.

 

Oh si, el Klippel es la luz, lamentablemente es muy costoso. 

De hecho me interesa mucho mas la opinión de Klippel NFS antes que cualquier audiofilo/youtber/golden-ear/revista/etc

Buen post!.

Editado por bastianpp
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Interesante el post @Godo_1961 , especialmente lo que sigue a la introducción (o sea, mas o menos a la media hora de lectura😁Con esta larga introducción espero invitar a otros a meditar sobre esa casi enfermiza necesidad de “cambiar” lo que se tiene.".

Comentario aparte: Parece que al fin hay alguien en el foro que me gana en el largo de los posteos... 🤣

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1: Audioquest Niagara 3000 >CD Sony XA50ES / Rega Planar 3, AT-OC9XML, Moon 110LP / Macmini (Tidal+Roon) > Theoretica BACCH4Mac >RME Babyface pro/ Mytek Brooklyn DAC > Rogue Audio Cronus Magnum III (KT120) >Magnepan 1.7i  

2: TV qled 55"/ Roon> Advance Acoustics MyConnect 50 > Kef LS50 Meta.  

"I've looked at life from both sides nowFrom win and lose and still somehowIt's life's illusions I recallI really don't know life at all" Joni Mitchell

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Entiendo el punto de vista del análisis de lo que "suena bien" pero este hobby tiene solo un pequeño % de eso. Hay mucho de tocar, mirar ivestigar cosas nuevas.  Solo un ejemplo más simple: Nadie (o casi nadie) compra un reloj para ver la hora. Hay montones de otras consideraciones estéticas, de gusto, etc... lo mismo para el audio. (en mi modeste opinión)

Eso de que "casi nadie...", es un punto de vista subjetivo ciertamente, algo normal, construimos el concepto del mundo a partir de lo que vemos y vivimos. También es cierto que esta sociedad moderna ha caido en una espiral consumista, pero habemos algunos que estamos por la mesura consumista.  Cuando tenía 30 caí un poco en esa fiebre, pero pasados los 50 fui cambiando gradualmente al ver que aquello que pensaba que sería un cambio, en la realidad no lo era realmente. Comencé a percibir esto de  comprar/cambiar como algo injustificado. Aparte de que comencé a tomar consciencia del medio ambiente. Hoy tengo nietos y siempre pienso en ellos a la hora de si dejarme llevar por la compra implusiva por algo que (con mucha seguridad) no necesito realmente. Pero no es fácil ese cambio, la inercia y presión del sistema es enorme. Tengo un reloj que compré para ver la hora y nada más, y no necesito más, ni cambiarlo tampoco. Me sirve. Aunque mucho se usa el "reloj de vestir". No soy de esos. Ya hablé de mis Diamond 220, deben haber parlantes mejores ciertamente, especialmente en la definición (el detalle) pero es algo que supongo, por lo que leo y veo en youtube. Pero nada de ello me consta (el spinorama todavía no habla sobre la nitidez de un parlante, al menos por ahora), entonces, estoy bien si estoy bien. Indudablemente el sub woofer es importante para justificar a los Diamond pues ellos no tiene bajos. Respeto las otras posiciones con respecto a probar y/o cambiar. Es algo muy personal. Simplemente a esta alturas de la vida ya no sigo ese camino.

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Les comparto los Spinorama de los Diamond 220 y los 12.1. Y ciertamente no se aprecian grandes diferencias. Los 12.1 tiene un poco mejores bajos, pero si hay sub woofer, eso no importa mucho. Los Diamond tienen mejor directividad, aunque no mucho mejor. Y tienen un pico a 900 Hz, pero nada extremo y se puede corregir . No hay resonancias del gabinete en los 220. Ambos sin grill. Me gusta mucho el tamaño de los Diamond porque caben justo bajo mis monitores de trabajo. Los Denton 85 o los Diamnond 12.2 ya no caben.

Wharfedale Diamond 12.1 Measurements Frequency Response Bookshelf Speaker.png

 

Wharfedale Diamond 220 Frequency Response Bookshelf Speaker.png

Editado por Godo_1961
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